Diversidad de dones, un mismo Espíritu
Del 18 al 25 de enero, año tras año, celebramos la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, porque esperamos de Dios que se aligere el camino hacia la plena unidad de todos los cristianos en la única Iglesia de Cristo. La unidad es la meta, la oración es el camino. Es preciso orar, haciéndose eco de la oración de Cristo ante el Padre, por la unidad de los cristianos: “Que todos sean uno, como tú Padre en mí y yo en ti, para que el mundo crea” (Jn 17,21). La unidad de los cristianos tiene su fundamento en la oración de Cristo y tiene un alto valor de signo y testimonio, para que el mundo crea.
Jesucristo ha fundado su Iglesia: una, santa, católica, apostólica. Pero los hombres han ido desgajándola a lo largo de la historia. Una gran ruptura se produjo en 1052, cuando las Iglesias de Oriente se separaron de Roma. Y otra ruptura más grande aún se produjo en torno a 1520, cuando Lutero rompió con Roma, proclamando una reforma. Son dos heridas sangrantes, que no han cicatrizado todavía. A comienzos del siglo XX, un fuerte movimiento ha inspirado a todos los cristianos que es posible recuperar la unidad perdida. Es el movimiento ecuménico, que tiene distintos aspectos. Oración, diálogo teológico, encuentros de líderes, acciones conjuntas en favor de la justicia y la paz.